Todo irá bien, todo irá bien, todo acabará saliendo bien by Tod Wodicka

Todo irá bien, todo irá bien, todo acabará saliendo bien by Tod Wodicka

autor:Tod Wodicka [Wodicka, Tod]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2007-07-01T00:00:00+00:00


VIII

CHAPOTEÉ en los charcos y los estanques del borde de la carretera y salpiqué las piernas de Marla con mi alegría sensiblera. Aquella noche no me atrevía a realizar el acto sexual. El aire era demasiado limpio. A nuestra derecha, el Kayaderosseras Creek borboteaba y fluía a escondidas; sonaba como si le hubieran cortado el cuello. No había luna. Estábamos tan sólo nosotros dos, caminando uno detrás del otro, solos, descendiendo el talud negro de la Ruta 29 bajo una caída de estrellas excesiva.

Pasó un coche y nos mojó.

—¡Desconsiderado! —le gritó Marla—. ¡Desconsiderado!

Desde el instituto de Queens Falls hasta mi habitación de alquiler había un paseo de veinte minutos. La casa de Marla estaba más cerca. Salté en un charco y volví a mojarla, sin querer.

—¿Y tú qué eres? ¿Subnormal? Compórtate, ¿quieres? —dijo—. ¡Me estoy ahogando aquí detrás!

—Pues quítate los zapatos de tacón —respondí yo—. Hace una noche magnífica. ¿Acaso quieres romperte los tobillos?

—Estás hecho un caballero. ¿Qué te ha picado de repente?

Volví a salpicarla.

—¡Burt! ¡Lo juro por Dios!

La salpiqué una vez más.

Uno de los zapatos de tacón de Marla me impacto en el cogote. Yo eché a correr. El otro zapato me dio en el hombro antes de caer en el Kayaderosseras.

—Lo siento —dijo entonces, y se echó a llorar—. Ha sido una grosería.

Yo le llevé un zapato roto.

—Aunque me alegra ver que no he perdido la puntería —añadió con una media sonrisa. Cogió el zapato, soltó un sollozo y lo arrojó a la montaña—. Si supieras las cosas que llegué a tirarle al entrenador Buck… Puedes considerarte afortunado. Una vez le di en la ceja con un televisor. —Ahora Marla estaba riéndose de veras—. Estaba durmiendo.

No creo que nunca me gustara más que en aquel momento.

—Los pies —le dije cuando llevábamos otro minuto caminando. Pisaba los charcos con fuerza—. Debes de tenerlos fríos.

—Tendría que haber dejado que el señor Shepard me llevara en coche.

—¿Quién?

—El veterano; el de los ojos.

En la oscuridad, oí cómo Marla se esforzaba por seguirme el paso.

—Lo siento —dije.

No se merecía todo ese barro, y tampoco se merecía estar conmigo. Estaba perdida. ¿No estaba siguiéndome a mí? ¿Quién, en su sano juicio, iba a seguirme a mí? No era venganza lo que Marla buscaba con Burt Hecker; no era para vengarse por lo que cada noche me arañaba, chillaba y me arrastraba con ella, agarrándome con más fuerza cuanto más a la deriva iba yo. Me había elegido porque, por la razón que fuera, me quería de verdad. Yo le gustaba. Hasta aquel momento, hasta que oí el chapoteo gástrico de sus pies desnudos en el barro, ni siquiera me había planteado aquella posibilidad. Ella se había convencido a sí misma de que, en realidad, yo era lo que había estado buscando. No era estúpida, sólo simplificaba en exceso. Me maldije por haberme rendido tan deprisa; ella había intentado comprenderme. Ella, por lo menos, sabía que estaba hundiéndose; sabía cuándo tenía que intentar agarrarse, sólo que no sabía a quién. Sus zapatos, el vestido, sus



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.